lunes, 3 de septiembre de 2018

CUANDO ARDE UN MUSEO

Por: Arturo Campillo Salcedo

"Nadie conoce el futuro... quizás, sólo los muertos"
Última frase de la película 
Batalla por el Planeta de los Simios (1973)
   
     Ricardo Moraes/Reuters

   "Primera pregunta: ¿por qué en México hablamos español?" De esta forma suelo abrir mis primeras clases de primaria. Y de secundaria. Y de Universidad. Y el gesto de sorpresa, rápidamente pasa del cuestionado al cuestionador. La respuesta es obvia, ¿no? Hay un motivo (debería de haberlo) por el cual no hablamos inglés, o portugués. O los idiomas nativos de nuestros antepasados, como el nahuátl, el tarasco, el mixteco...

   Podría entender que la respuesta parece tan lógica, que en un primer momento puede sacar de línea a las personas. Pero entonces los segundos se acumulan, y se acumulan. Incluso, en muchos casos, la respuesta es, en buen español: "No sé".

   En mi opinión, creo que uno puede concluir que el anterior es un clásico ejemplo de cómo nuestro sistema educativo ha fracasado en vincular el origen con la causa; el acto con la consecuencia; la causa con el efecto. Si la pregunta presente es "¿Quién soy?", uno no encuentra relación con las causas que nos han llevado a ser lo que somos como persona, como sociedad, como mundo. Y menos, con lo que aspiramos a ser en el futuro. Falta un puente, un ladrillo, una cuerda entre los tres tiempos, que genera una gran sentimiento de insatisfacción, desorientación, pérdida.

   Y entonces están los Museos. Aquellos depósitos de cosas viejas y nuevas, de cosas comunes y extraordinarias, cosas usadas por los poderosos y los mendigos. Más que una teoría o un sistema abstracto, lo mejor y más rápido que entendemos es lo que captamos por nuestros sentidos; la vista, el tacto, el olfato, etc. Si buscamos un nexo con el pasado, para entender nuestro presente y saber planear nuestro futuro, el lugar que nos invita a ver los vestigios materiales de nuestra sociedad, es el Museo.

     @Luismelo271/lopezdoriga.com

   Por eso las cosas que encontramos en un Museo tienen ese valor agregado, mucho más grande que su valor en si; no sólo son de uso, medio uso o total desuso. Nos dicen algo sobre cómo el medio ambiente en que vivimos ejerce su influencia; cómo vemos y entendemos nuestra realidad;  y cómo manipulamos nuestro entorno en respuesta. Tienen respuestas que a nosotros ni siquiera se nos ocurriría, pero a otros se le ocurrió; y la humanidad sigue siendo la misma, por lo que los problemas a los que ellos se enfrentaron, tarde o temprano nos lo volveremos a encontrar.

     @Val_Carbone

   El texto de este artículo fue publicado en la dirección: https://www.mimorelia.com/incendio-consume-emblematico-museo-nacional-de-rio-de-janeiro/
Por favor respeta la fuente original y agrega un enlace a la nota.

   El incendio y destrucción del "Museu Nacional" de Río de Janeiro, Brasil, es una tragedia no sólo para ese país, sino para todos nosotros. Generalmente, la atención fuera y dentro de las ciencias se concentran en los nuevos descubrimientos e invenciones. Pero como creo haber explicado, lo nuevo sólo tiene sentido cuando tiene un contexto, un antecedente. Además, el sentido que le damos a lo nuevo, será el sentido que le demos a lo que descubramos e inventemos en el futuro. Es decir el presente es pasado, y una parte de lo nuevo, irá a parar a un Museo.

   ¿Qué fue lo que perdimos con el incendio del Museo Nacional? Puntualmente, nos lo reseña el siguiente artículo de El Gráfico de México (pueden ver la nota completa aquí: http://www.elgrafico.mx/al-dia/un-meteorito-y-el-esqueleto-de-luzia-las-joyas-del-museo-nacional-de-rio-de-janeiro-hecho):

Un meteorito de cinco toneladas hallado en 1784, el esqueleto de Luzia, la mujer con más años de Suramérica, o los restos del primer dinosaurio montado en Brasil son algunas de las joyas del Museo Nacional de Río de Janeiro, reducido a cenizas.

Un total de 20 millones de piezas formaban el acervo del museo, hoy convertido en una metáfora de la calamidad financiera que atraviesa Río de Janeiro, un estado golpeado por numerosos escándalos de corrupción que han carcomido las cuentas públicas.

Con más de dos siglos de historia, el Museo Nacional guardaba en su interior un invaluable patrimonio, con colecciones que incluyen animales disecados, utensilios indígenas, momias y fósiles de diferentes periodos históricos...

Con cerca de 12.000 años de antigüedad, el fósil humano [llamado por los arqueólogos como "Luzia"] fue hallado en el estado de Minas Gerais en 1974 y corresponde a una mujer que falleció entre los 20 y los 25 años de edad.

El cráneo de Luzia y la reconstrucción de su cara eran exhibidas hasta ayer en el Museo Nacional de Río de Janeiro como uno de los mayores tesoros arqueológicos del país...

El Museo, inaugurado hace dos siglos por la realeza brasileña, fue el escenario escogido por la princesa Leopoldina, mujer del emperador Pedro I, para firmar la declaración de independencia de Brasil en 1822 y también acogió la primera Asamblea Constituyente que marcó el fin del imperio en Brasil.

En su interior hay 20 millones de piezas, entre los que se destaca también una colección egipcia, que comenzó a ser adquirida por Pedro I; una de arte grecorromana de la emperatriz Teresa Cristina y un acervo de paleontología y etnología, según destaca la propia página web del museo.

     https://i1.wp.com/www.sopitas.com/wp-content/uploads/2018/09/museo-brasil-incendio-obras.jpg

   Quizás en su estertor, el incendio y destrucción del "Museu Nacional" nos da un recordatorio más de cómo el tenaz y continuo olvido de nuestro pasado, no lleva a consecuencias que continuamente lamentamos. Según la misma nota de El Gráfico:

La dirección del museo todavía evalúa las incalculables pérdidas de lo que ha sido considerado por muchos como una "tragedia anunciada", debido al recorte de fondos públicos para la manutención del edificio, que tenía con goteras, infiltraciones y salas vacías.

     Ricardo Moraes/Reuters

   No son pocas las imágenes en las que se ven bomberos, socorristas y voluntarios que, quizás en muchos casos, sin tener una idea precisa de lo que llevaban entre manos, en medio de calor agobiante, procuraban salvar los extraños artefactos que aún pudieron salvarse. ¿Habrá pasado lo mismo cuando (constantemente) se incendiaba la legendaria Biblioteca de Alejandría? ¿Y cuando los grandes museos de Europa sufrían constantes bombardeos durante las guerras mundiales? ¿Y cuando las culturas nativas, en todos los continentes, sufrían los embates de fuerzas invasoras?

    https://album.mediaset.es/eimg/2018/09/03/hYO4BooHneEpI4q1Lx6sN6.jpg

   A lo largo de todo el domingo 2 de septiembre los bomberos de la ciudad, sin recursos, veían impotentes como las llamas recorrían y asimilaban sala por sala, pasillo por pasillo, los contenidos de la edificación. Fueron las llamas, y no la gente, lo que se llevó las muestras más significativas del pensamiento humano, provenientes de diferentes épocas y diferentes lugares.
    www.news.cn

   El problema no es que no tengamos millones de vestigios del pasado; sino que no sabemos cómo se conectan entre ellos. Puede que piezas que estés resguardadas a miles de kilómetros de distancia, o miles de años de diferencia, nos ayuden a contestar misterios de nuestra historia como humanidad; cuando arde un museo, se pierden piezas de el gigantesco rompecabezas de lo que fuimos; es decir de lo que somos, y de lo que seremos.   

      Mauro Pimentel/AFP/Getty

miércoles, 25 de julio de 2018

Introducción a la Arqueología Bíblica

Por: Lic. Arturo Campillo S.
https://www.facebook.com/campilloarturo


EXCAVACIONES AL OESTE DE JERUSALÉN

   Se considera como el objeto de estudio perfecto, a aquél que podemos ver, tocar, probar, oír, oler. Por eso las ciencias sociales, como la antropología, la arqueología y la sociología han incorporado métodos y herramientas que les puedan ayudar a verificar y a hacer más comprensibles sus estudios y conclusiones.

   Pero a diferencia de otras disciplinas, las ciencias sociales se concentran en cuestiones que son relativas a los sistemas de pensamiento, organización y manifestación cultural del hombre. Esto también incluye sus sistemas de creencia; una cuestión que actualmente es muy relevante, considerando como no sólo las ideologías políticas, sino también nuestra concepción del mundo, incluso entre aquellos que se proclaman “ateos” o “agnósticos”, está inevitablemente sumergida por las ideas religiosas de la sociedad; nuestra semana de 7 días, nuestra forma de contabilizar el año en que vivimos, nuestra concepción del hombre, de la divinidad, de lo bueno y lo malo… 

   La pregunta que surge entonces es, ¿cómo aplicar los métodos de investigación físicos, matemáticos, químicos a estos temas de estudio? En el caso que nos atañe, ¿se puede hablar de arqueología bíblica?

EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA EN MIGDAL, GALILEA

   La palabra arqueología (del griego «ἀρχαίος» archaios, viejo o antiguo, y «λόγος» logos, ciencia o estudio) es la disciplina que estudia los cambios que se producen desde las sociedades antiguas hasta las actuales, a través de restos materiales dispersos en la geografía y conservados a través del tiempo. La arqueología puede considerarse tanto una ciencia social como una rama de las humanidades.

   En particular, la arqueología bíblica es la especialidad dedicada al estudio de los restos materiales que tienen relación directa o indirecta con los relatos bíblicos (Escrituras Hebreas o Cristianas). El espacio geográfico en la que se aplica esta rama es Medio Oriente, y  su temporalidad abarca un período que comprende entre el año 2000 y 100 Antes de la Era Común (AEC).

   Si bien la base de la que parte la arqueología bíblica está formada en su mayor parte por referentes teológicos y religiosos, ésta debe practicarse como una ciencia en toda su dimensión metodológica. Las técnicas científicas empleadas son las mismas de la arqueología en general, como las excavaciones y la datación por radiocarbono, entre otras. Y como sucede con los registros históricos de otras civilizaciones, los hallazgos deben ser analizados sin prejuicios, y comparados con otras sociedades contemporáneas de Europa, Mesopotamia y África.


   El objetivo principal del curso de Introducción a la Arqueología Bíblica, y de la serie de conferencias que sobre este tema se imparten en el Centro Kemet en Anáhuac [https://www.facebook.com/KemetenAnahuac/?fref=nf], es la de acercar al público en general a los estudios que desde mediados del siglo XIX hasta fechas recientes, se vienen haciendo en el tema de la arqueología bíblica. 

   Este emprendimiento, realizado desde la Ciudad de México, no pretende hacer ningún tipo de apología para demostrar que “la Biblia tenía razón”, ni tampoco un ataque frontal a ningún tipo creencia; tampoco decretar algún tipo de juicio definitivo, pues como toda disciplina, sus métodos y herramientas se encuentran en constante evolución.


   La dificultad inmediata de apersonarse en los lugares de excavación o  de investigación, no nos debe impedir conocer, analizar, discutir y compartir con todos aquellos interesados en el tema los resultados de estos trabajos, gracias a los sistemas digitales de información. Sin embargo, siempre será necesaria la guía que los especialistas sobre estos temas puedan aportar, para no naufragar en la continua lluvia de noticias falsas.

  Para ayudar a este último fin, ponemos a disposición el espacio de este blog, en el que no sólo informaremos de nuestros próximos cursos, conferencias y conversatorios, sino también de las noticias más relevantes que surjan sobre estos temas, con el correspondiente comentario para su mejor entendimiento.

   Acompáñenos en esta novedosa iniciativa, que pretende volver a sumar a nuestro país a aquellos que hacen esfuerzos para realizar investigación y difusión en una sociedad siempre interesada, pero no siempre correctamente informada.

jueves, 12 de julio de 2018

Y la Biblia tenía razón... ¿pero cuál es la razón de la Biblia?

Por: Arturo Campillo S.   
https://www.facebook.com/campilloarturo

   No deja de ser curioso que en una época con tantos recursos tecnológicos, teólogos y defensores de la inerrancia del texto bíblico sigan teniendo como uno de su más usados argumentos, la obra Y la Biblia tenía razóna más de 60 años de su publicación. Sin embargo, este libro sufre del problema de toda obra "clásica": muchos hablan de ella, pero pocos realmente la han leído. Ésta situación es más visible en el caso de su segunda "y revisada" edición, que deconstruye el triunfalismo de la primera.
   Pero hagamos un repaso de este texto, considerado por muchos como fundacional. En 1955 Werner Keller, un funcionario alemán, periodista (colaborador del Berliner Tageblatt [1]), autor de no ficción y luchador de la resistencia antinazi [2] publicó el libro Und die Bibel hat doch recht. El éxito de su obra fue tan grande, que al año siguiente fue traducido al inglés con el título The Bible as History, y al español como Y la Biblia tenía razón.



   Este texto sigue siendo recomendado como el mejor texto que se halla escrito, probando la historicidad del texto bíblico... en todos sus relatos. Ciertamente en su tiempo fue un gran logro, pues como el mismo autor asevera en la Introducción de su libro, desde hacía un siglo que "académicos estadounidenses, ingleses, franceses y alemanes han estado cavando en el Medio Oriente, en Mesopotamia, Palestina y Egipto. Todas las grandes naciones han fundado institutos y escuelas específicamente para este tipo de investigación" [3] Y sin embargo, todos estos trabajos y hallazgos habían estado confinados "a un pequeño círculo de expertos" [4], lo que había contribuido a que la mayoría de la gente siguiera pensando que la Biblia sólo se trataba una recolección de relatos morales, insertados en un marco narrativo totalmente ficcional.
   Como Keller relata, al reportear los (entonces) recientes descubrimientos de los Rollos del Mar Muerto, entró en contacto con arqueólogos franceses e ingleses. Se sintió tan impresionado por lo que le contaban acerca de los hallazgos que se hacían en Medio Oriente, "descubrimientos deslumbrantes, cuya importancia es imposible comprender de una vez, hacen que sea necesario que revisemos nuestros puntos de vista sobre la Biblia" [5].
   La apuesta de Keller en su obra, la expone sin cortapisas al final de la introducción de su obra:

Al reunirnos y trabajar sobre el material de este libro, que de ninguna manera pretende ser completo, me pareció que había llegado el momento de compartir con quienes leen sus Biblias y los que no, con eclesiásticos y agnósticos por igual, los descubrimientos emocionantes que han resultado de un examen cuidadoso de los resultados combinados de la investigación científica a lo largo de muchas líneas diferentes. En vista de la abrumadora cantidad de evidencia auténtica y bien atestiguada ahora disponible, cuando pensé en la crítica escéptica que desde el siglo XVIII en adelante hubiera podido derribar la Biblia por completo, no había dejado de martillear en mi cerebro esta única frase: "La Biblia ¡es correcta después de todo!" [4]

Pero, ¿realmente es así? Apenas en 1985, se publicó una "nueva edición revisada, ampliada y puesta al día" [6], en la que aparece como revisor y autor de un epílogo para esta edición Joachim Rehork, escritor y traductor especializado. 
   En este epílogo, Rehork parece intentar moderar el estilo festivo del resto de la obra: 

   No obstante, si bien actualmente se sabe mucho sobre la Biblia, todavía no se sabe todo, ni con mucho. Las preguntas no han terminado. Al contrario, cada nuevo descubrimiento plantea nuevas preguntas... Entonces, a la vista de tal cantidad de interrogantes y coincidencias, ¿puede hablarse todavía de que la Biblia "tiene razón"? Desde luego "tener razón" puede referirse a planos completamente diferentes... Como documento de la fe, la Biblia no es para los creyentes ni comprobable ni refutable, ya que la fe empieza precisamente en el límite del saber y de la comprobación. Las pruebas que nosotros buscamos sólo pueden servir para decir que la Biblia tiene o no tiene razón como fuente histórica. [7] 

   Un poco más adelante, Rehork reflexiona sobre el contexto en el que debe entenderse al texto bíblico. Y no es como fuente histórica:

   No faltan eruditos -entre ellos historiadores, téologos, filólogos y arquéologos- que, tras un concienzudo estudio de la tradición bíblica, han llegado a la conclusión de que, en el fondo, el hecho de que los sucesos descritos en la Biblia sean verídicos o no tiene una importancia secundaria... En todo caso, lo importante es la revelación, no la exactitud de los detalles históricos. [8] 

   Cuidadosamente leída, la reflexión de Rehork tiene una consecuencia importante para la intención principal de la obra, que era la de demostrar que la Biblia tenía una veracidad no sólo en el campo de la fe, sino también en el científico. Esta reflexión, ignorada o pasada en silencio por aquellos que siguen creyendo que el texto de Keller por sus "conclusiones científicas... no pierde vigencia" [9], insiste en que el texto bíblico debe de ser entendido por lo qué es, y no como se le quiere presentar:

   La Biblia es (o más bien fue) una obra histórica, pero no tal como la comprendemos ahora. Es la narración de un pueblo y su Dios, cuyo poder experimentaron los miembros de este pueblo a lo largo de la historia. Y su finalidad no es ser un protocolo irrefutable de los acontecimientos descritos. [10] 

[1] https://www.garzanti.it/autori/werner-keller/ 
[2] https://en.wikipedia.org/wiki/Werner_Keller_(writer)
[3] Keller, Werner (1956). The Bible as History. NY, Bantam Book (p. viii) (La traducción fue realizada por el autor de este post.)
[4] Ibid. p. x.
[5] Ibid. p. ix. 
[6] Keller, Werner (1985). Y la Biblia tenía razón. Barcelona, Ediciones Omega.
[7] Ibid. p. 450.
[8] Ibid. p. 447 - 448.
[9] http://impactoevangelistico.net/noticia/213-y-biblia-tenia-razon
[10] Keller, Werner (1985). Y la Biblia... Ibid. p. 451.